Muy a nuestro pesar, nuestro último día de viaje, había llegado. Nuestro plan era explorar las faldas de Vitosha, una majestuosa montaña que se alza a las afueras de Sofía. Vitosha es un lugar popular para actividades al aire libre como senderismo, escalada y esquí, y también alberga sitios históricos como monasterios y fortificaciones antiguas. Esta montaña es un símbolo querido por los habitantes de Sofía y está protegida como parque nacional debido a su rica biodiversidad y belleza natural.
Decidimos que la excursión sería opcional, ya que algunos de nosotros necesitábamos un descanso adicional. Los que nos aventuramos a ir tomamos el metro 2 en Lavov Most a las 10 de la mañana, y luego el autobús 66 hacia el Hotel Moreni. Después de un viaje de 45 minutos que cubrió los escasos 10 kilómetros entre el hotel y la estación de metro de Vitosha, llegamos llenos de entusiasmo.
Al llegar a la última parada del trayecto, a 1750 metros de altitud, nos recibió un paisaje cubierto de nieve. Aprovechamos para dar un paseo, admirar las hermosas vistas y disfrutar de la naturaleza. Nuestras caras reflejaban pura alegría ante la experiencia.
A las 12:30, tomamos el autobús 66 de regreso al centro de la ciudad, donde teníamos una mesa reservada en el Restaurante Happy para disfrutar de una comida deliciosa y seguir deleitándonos con la cocina búlgara. Después del almuerzo, algunos de nosotros regresamos al hotel para descansar, mientras que otros optaron por pasear por Vitosha Bulevard y tomar un café.
Por la tarde, el grupo se dividió en dos. Algunos fueron a un concierto de rock en el bar Singles, cerca del Palacio Nacional de Cultura (NDK) con nuestros amigos búlgaros, mientras que el resto fuimos a cenar al Restaurante Divaka para despedirnos de Stan y brindar por esta maravillosa experiencia.
Después de la cena y tras las despedidas correspondientes, nos dirigimos al hotel para descansar, conscientes de que nuestra aventura en Sofía llegaba a su fin.