El día comenzó con la adquisición conjunta de billetes de tren, marcando así el inicio de una emocionante travesía hacia esta joya histórica de Bélgica. Una vez en Brujas, disfrutamos de una breve pausa para deleitarnos con los sabores locales en un momento de esparcimiento.
La jornada continuó con una visita al prestigioso Colegio Europeo, cuyo linaje se remonta a su fundación en 1949 por distinguidas personalidades europeas, entre ellas Winston Churchill. Este instituto, que acoge anualmente a unos 300 alumnos procedentes de diferentes países, es reconocido por su excelencia académica y exigencia intelectual. La promoción actual, nombrada en honor a Madeleine Albright, nos recibió con calidez y nos guió a través de sus programas de estudio, destacando la importancia de la redacción de una tesis durante el año académico. Aunque el inglés es el idioma principal de instrucción, el colegio también ofrece asignaturas en francés, así como clases en otros idiomas, enriqueciendo así la experiencia multicultural de sus estudiantes.
Posteriormente, fuimos conducidos al segundo campus, donde fuimos cautivados por una impresionante sala de conferencias y tuvimos la oportunidad de capturar momentos memorables en fotografías.
La excursión continuó por las pintorescas calles de Brujas, donde cada esquina parecía sacada de un cuento de hadas. La Gran Plaza, con sus acogedores bares y encantadoras tiendas, se erigió como un punto culminante de la visita. La majestuosa Plaza Groter Marc, conocida también como la Plaza Mayor, fue testigo de nuestra admiración mientras paseábamos por sus históricos edificios rodeados de pintorescos canales.
Una parada imperdible fue el Beguinaje de Brujas, también conocido como el Monasterio De la Villa o de Wijngaard. Este antiguo enclave, junto con otros beguinajes flamencos, forma parte del ilustre patrimonio de la humanidad de la UNESCO. Los visitantes fueron transportados a otra época mientras exploraban este lugar histórico, maravillándose ante su arquitectura y su rica historia.
La jornada concluyó con un dulce deleite en un encantador bar de la plaza principal, donde disfrutamos de exquisitos chocolates mientras contemplábamos la majestuosidad de los edificios circundantes.
En resumen, la jornada en Brujas se erigió como un testimonio vivo de la rica historia y la belleza arquitectónica de esta ciudad medieval. Desde el prestigioso Colegio Europeo hasta los encantadores canales y plazas, cada momento fue una ventana a la cultura y el patrimonio de esta ciudad única. Sin duda, una experiencia que perdurará en nuestra memoria, ya que hemos tenido el privilegio de explorar sus encantos