Sin apenas darnos cuenta, la semana fue avanzando y de pronto nos encontramos en viernes. Después del desayuno, dedicamos parte de la mañana a organizar y clasificar las fotos del viaje. Nuestros compañeros de la movilidad en Polonia estaban trabajando en sus redes sociales para unificar los timelines del proyecto, así que aprovechamos el momento para hacer lo mismo.

Lo que parecía una tarea simple se convirtió en una oportunidad para revivir juntos cada instante del viaje. Entre comentarios divertidos, recuerdos espontáneos y muchas risas, fuimos construyendo un álbum lleno de emociones. Cada imagen capturaba no solo lugares, sino también sensaciones y momentos que ahora forman parte de nuestra historia Erasmus +.

Con las imágenes ya en orden, nos lanzamos a una nueva aventura cultural: la visita al Museo Mucha. Allí, nos sorprendieron obras de gran impacto visual, creadas con técnicas diversas. Una de ellas, la litografía, nos resultó especialmente cercana, ya que la habíamos estudiado en clase. Verla aplicada en piezas reales nos ayudó a comprenderla de otra forma: pudimos admirar de cerca su precisión, sus contrastes y su delicadeza. Fue como ver la teoría cobrar vida.

El almuerzo lo compartimos en un restaurante italiano acogedor, donde recargamos energías entre platos sabrosos y buen ambiente. Fue el descanso merecido antes de emprender una de las visitas más esperadas del día.

Por la tarde, nos encontramos en el encantador entorno del Barrio del Castillo, punto de partida de nuestro recorrido hacia el majestuoso Castillo de Praga. No es solo una fortaleza imponente, sino el complejo de castillos antiguos más grande del mundo, como certifica el Libro Guinness de los Récords.

Paseamos por su interior como si cruzáramos un portal al pasado. Desde fuera, contemplamos la imponente Catedral de San Vito, una obra maestra del gótico que tardó casi seis siglos en completarse. Saber que allí descansan figuras como el emperador Carlos IV añadió aún más solemnidad a nuestra visita.

En uno de los patios del castillo, seguimos el recorrido hasta el Palacio Real de Praga. Su mezcla de estilos gótico y renacentista nos fascinó, y nos detuvimos especialmente en la impresionante Sala Vladislao, construida sin pilares y con una majestuosidad difícil de describir.

Poco después, nos sorprendió la austera belleza de la Basílica de San Jorge. Su fachada rojiza nos habló de reconstrucciones pasadas y de la historia viva que guarda, siendo el edificio religioso más antiguo del recinto.

Finalizamos el paseo en el mirador del castillo, junto a las hileras de viñedos. Desde allí, contemplamos una panorámica espectacular de Praga: el río Moldava, sus puentes y tejados parecían sacados de una postal. Fue un cierre mágico para un día inolvidable.

Cerramos el día de la mejor manera: en una acogedora terraza, bajo el cielo estrellado de Praga, saboreando platos tradicionales y compartiendo impresiones mientras repasábamos lo vivido. Mañana es sábado, arranca el fin de semana… ¡y aún nos quedan muchas historias por contar! ¡Nos leemos mañana!

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