Nuestro séptimo día en Praga coincidió con una fecha de gran significado para Europa y especialmente para la República Checa: el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. En este país, el 8 de mayo se celebra como día festivo nacional en memoria de la liberación frente al nazismo, un momento para reflexionar sobre la historia y honrar a quienes lucharon por la libertad. A pesar de ser festivo, la ciudad seguía con su ritmo habitual, con muchos negocios abiertos y museos con entrada gratuita, lo que nos permitió disfrutar de una jornada repleta de cultura sin gastar en exceso.

Empezamos la mañana en uno de los edificios más emblemáticos de Praga: la Casa Municipal (Obecní dům), un impresionante ejemplo del modernismo checo. Con su majestuosa cúpula, ornamentación dorada y vidrieras de colores, este lugar no es solo un espacio para conciertos de ópera y música clásica, sino una auténtica joya arquitectónica. Pasear por su interior fue como retroceder un siglo, al esplendor de principios del siglo XX, cuando el arte, la política y la música se daban cita bajo un mismo techo.

Continuamos la ruta hacia la Biblioteca y Museo Municipal, un centro que combina espacios de lectura, exposiciones históricas y un enfoque muy visual de la evolución de la ciudad. Aquí, además de ver documentos y objetos antiguos, pudimos hacernos una idea de cómo ha cambiado Praga con el paso del tiempo, tanto desde el punto de vista social como gráfico y arquitectónico —algo muy relacionado con nuestros estudios de Asistencia al Producto Gráfico Impreso.

Nuestra siguiente parada fue el magnífico Klementinum, uno de los mayores complejos arquitectónicos de Europa Central. Aunque algunas áreas no estaban abiertas, lo que pudimos ver ya nos dejó sin palabras. Sus salas barrocas, los globos celestes antiguos, las estanterías infinitas de libros antiguos… todo parecía sacado de una película. Este lugar, que en su día fue una universidad jesuita, se ha convertido hoy en una referencia cultural que fusiona ciencia, historia y arte.

Teníamos muchas ganas de visitar el Museo Nacional y su famosa instalación de la torre de libros infinita, pero desafortunadamente estaba cerrado. Aun así, no desaprovechamos la oportunidad de disfrutar de su majestuosa fachada y del ambiente animado de la Plaza Wenceslao, uno de los lugares más importantes a nivel histórico y político de la ciudad.

Durante nuestro paseo, nos encontramos con algunos rincones inesperados, como el elegante Palacio Clam-Gallas, ejemplo perfecto del estilo barroco vienés, o una tienda de vinilos con discos de todas las épocas y estilos, ideal para quienes llevamos la música siempre de fondo. También nos topamos con un mercado callejero lleno de puestos de productos típicos: dulces artesanales, souvenirs, chocolates, imanes, camisetas… Un buen sitio para hacer alguna compra original y llevarnos un pedacito de Praga.

Para comer, decidimos probar un restaurante muy popular entre locales y turistas: Ribs of Prague. Aquí todo gira en torno a las brasas, y pudimos ver cómo cocinaban las carnes a la vista de los comensales. La mayoría se animó con las costillas a la barbacoa, que estaban realmente deliciosas, y otros optaron por unas hamburguesas servidas en pan de color rosa, que además de estar riquísimas, le daban un toque muy original al plato (y sí, más de uno no se resistió a sacarles una foto antes de comer).

Al final del día, algunos decidieron cenar más tranquilamente y pidieron comida rápida a KFC. El plan era claro: reponer energías para afrontar los días que aún nos esperan ya que el cansancio se va notando.

La jornada terminó con una sesión de trabajo en grupo, donde continuamos avanzando en nuestro proyecto Erasmus + con el Restaurante latino El Centro. Cada día que pasa, vamos viendo cómo toma forma, con nuevas ideas, mejoras visuales y una clara evolución gracias a todo lo que estamos aprendiendo y viviendo en esta experiencia. ¡Nos leemos mañana!
En resumen, fue un día redondo: historia, arquitectura, diseño, gastronomía y trabajo creativo en una ciudad que sigue inspirándonos en cada rincón.