El lunes por la mañana me dirigí al lugar acordado para reunirme con el equipo de docentes y decanos de la Facultad de Artes de Tirana. Aunque el punto de encuentro no estaba muy lejos de mi alojamiento, tuve algunas dificultades para encontrarlo. Después de pedir indicaciones y dar algunas vueltas, finalmente llegué.

Una vez allí, descubrí que aún quedaban trámites burocráticos pendientes antes de comenzar la visita. Peter, el responsable de nuestro grupo, se reunió con nosotros, recopiló nuestros documentos de llegada y nos invitó a un café en el bar de la facultad. Esto retrasó un poco el inicio de la jornada.

Aproveché ese tiempo para conversar con otros profesores que también habían tenido problemas durante su viaje. Venían de las escuelas de arte de Galicia, Asturias y una escuela de FP de Madrid. Compartimos nuestras historias y nos reímos juntos de nuestras aventuras. Después de resolver los trámites, finalmente entramos en las instalaciones de la Facultad de Artes de Tirana.

La belleza de los espacios me impresionó y me recordó a la antigua Academia de San Fernando de Madrid. De fondo se oía la música de los alumnos de artes escénicas, mientras otros estudiantes y profesores disfrutaban de los hermosos espacios exteriores. A lo largo del día, superamos las barreras lingüísticas mediante el uso del inglés, muy extendido en Tirana, y una compartida pasión por las artes. Tuvimos conversaciones enriquecedoras, intercambiamos ideas y establecimos conexiones profesionales.

Dentro de las instalaciones, pude ver de cerca los diversos departamentos y las clases que se imparten allí. Desde diseño gráfico hasta bellas artes, observé cómo los estudiantes trabajaban en sus proyectos y creaban obras únicas en cada clase. Las aulas de moda estaban llenas de alumnos volcados en la construcción de instalaciones artísticas o colecciones extravagantes y llenas de gusto. Las aulas de pintura, tradicionales, con gente pintando modelos del natural e interpretándolos de distintas formas figurativas. Las de cerámica, las de fotografía… Todos estos espacios de enseñanza artística comparten una característica común: su luz y buena energía, que siempre harán sentir como en casa a aquellos con mi bagaje.

Mientras caminaba por los pasillos, pude ver los trabajos de los estudiantes expuestos en las paredes y vitrinas, lo que me permitió apreciar su talento y dedicación. Los docentes y decanos nos explicaron cómo la facultad fomenta la libertad creativa y la exploración artística, al mismo tiempo que se enfoca en el desarrollo técnico y profesional. El perfil docente es impresionante, compuesto por artistas consagrados en sus respectivas disciplinas.

Posteriormente, nos hicieron una visita guiada a la galería de arte asociada al centro, donde se llevaba a cabo una exposición de pintura de los alumnos, con cuadros sobresalientes, en su mayoría figurativos. Durante toda la visita, la fragancia dulce de los árboles de la Ceniza impregnaba el ambiente, una de las cosas que más me ha impactado de la ciudad.

Al final de la jornada, nos citamos para el día siguiente, momento en que cada profesor visitante haría una breve presentación de su centro de origen. Aquella tarde continué haciendo turismo y tuve la oportunidad de visitar algunas galerías de arte locales y el Parque Rinia, un espacio verde popular entre los residentes y visitantes de Tirana, que cuenta con un gran lago y una variedad de senderos para caminar y correr.

Los directivos nos recibieron cálidamente, organizando una reunión para mostrar las instalaciones y los proyectos de sus estudiantes. Fueron muy amables, y compartimos un café en la cafetería de la facultad. Nos llevaron a la sala de exposiciones, donde se exhibían pinturas de alumnos y profesores.

Este primer día fue una excelente introducción a un entorno académico vibrante y acogedor.

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