Nuestro domingo arrancó con calma, como mandan los cánones. Nos reunimos en la cafetería Domácí Têstoviny, justo debajo del hostal, para tomar un buen café y terminar unos últimos detalles de la carta que nos pidió el cliente después de la última reunión. Entre risas, correcciones y algún que otro “¿esto lo ponemos o no?”, pasamos un buen rato trabajando en equipo.


Como la cosa se alargó más de lo que pensábamos, algunos de los chicos decidieron salir a estirar las piernas y visitar el estadio del Sparta Praga. Les hizo mucha ilusión conocer el lugar y, cómo no, se pasaron por la fan shop para llevarse camisetas, bufandas y algún que otro recuerdo futbolero.

Mientras tanto, los que nos quedamos (porque ya era bastante tarde para salir en ese momento) fuimos a comer al restaurante Areparna, donde probamos comida típica venezolana. Las arepas estaban brutales, y fue un cambio interesante después de varios días probando platos checos. Después de comer, seguimos dándole caña al trabajo para dejar todo cerrado.

Los chicos, por su parte, pasaron por el Lidl para comprar algo de comida y prepararse para uno de los momentos más esperados del día: el clásico entre el Barça y el Real Madrid. Montaron su mini zona de partido en el hostal y lo vivieron a tope (aunque hubo división de opiniones y algunos gritos de emoción y frustración).

Al acabar el partido, aún con la adrenalina alta, decidieron salir al centro a comprar souvenirs. Pasearon por las tiendas locales del casco histórico de Praga, buscando regalos, imanes, camisetas y cosas típicas para llevarse a casa. Mientras tanto, nosotras nos quedamos en el hostal descansando un poco después de tanto trajín y curro.

Para terminar el día, decidimos dividirnos: las chicas fuimos a cenar a los puestos de comida en la Plaza Vieja, donde probamos trdelník (ese rollito dulce tan típico), salchichas ahumadas y otras delicias checas. ¡La plaza por la noche tiene un ambiente increíble! Los chicos, que ya iban algo justos de energía, optaron por pedir algo para cenar en el hostal y relajarse.

Fue un día tranquilo pero muy completo, con momentos de trabajo, ocio, cultura… y fútbol, mucho fútbol. Ya con las maletas medio hechas, nos vamos a dormir con la cabeza llena de recuerdos y energía recargada para exprimir al máximo nuestro último día en esta ciudad tan mágica.
