El 30 de junio comencé mi viaje desde Zaragoza con destino a Oporto, una ciudad que ya conocía por el ERASMUS del pasado curso. Salí a las seis de la mañana con dos maletas y una mochila, preparado para un largo trayecto. El viaje duró unas 19 horas en total. La primera parte fue bastante dura, ya que el autobús no tenía aire acondicionado y el calor se hizo muy intenso, haciendo una sola parada, en la que comí un sándwich rápido en un bar. Tras el transbordo en Lisboa, el segundo autobús fue más cómodo y me permitió descansar algo. Llegué a Oporto sobre las once de la noche, recogí las llaves de mi habitación en la residencia y me instalé para descansar tras un día agotador.

Al día siguiente, empezando la semana, me ocupé de los primeros trámites necesarios, realicé el check-in oficial de la habitación y fui a la estación de Trindade para hacerme la tarjeta de transporte metropolitano, algo que ya sabía por mi experiencia del año pasado. Luego comencé mi primera jornada en el estudio de Ricardo Daniel, donde me presentaron tanto a nuevos compañeros como Rony, el nuevo director artístico, Lucie y Thialison como a otros conocidos del año anterior, como Bruno. Me incorporé directamente a proyectos de diseño gráfico, retomando un trabajo relacionado con el manual corporativo de la nueva marca de la Torre de los Clérigos, en el que ya había participado. A partir de ese material, diseñé un sello especial para los peregrinos del Camino de Santiago que pasan por la Torre, y también desarrollé una página desplegable que debía adaptarse a tres modos de impresión diferentes como la serigrafía, la estampación y la resina.

Una vez finalizados esos encargos, me asignaron un nuevo proyecto que se repite de manera mensual. El diseño de un post animado para Instagram que destaque una fecha relevante. Este mes elegimos el día del emoji que se celebra el 17 de julio, y comencé a trabajar en una animación del calendario con ese enfoque. El proyecto está siendo desarrollado utilizando Premiere y After Effects, y he estado completamente inmerso en su realización durante estos días. 

Fuera del trabajo, mantengo una rutina diaria que me ayuda a organizarme. Preparo mis comidas, mantengo el cuarto limpio y dedico tiempo a mis propios proyectos. Voy al gimnasio cada día al volver del estudio, lo que me permite desconectar y mantenerme activo. También he aprendido recetas nuevas, como huevos revueltos o macarrones con tomate, gustándome la cocina más de lo que pensaba, tratando en aprender a realizar nuevos platos y más complejos. En la residencia he ido conociendo a compañeros de distintas partes del mundo, todos con sus propios proyectos y razones personales, que hace que el ambiente sea muy estimulante e internacional.

Durante el fin de semana, tras cuidar de los detalles más domésticos, como hacer la colada, comprar lo que me faltaba, y ordenar el cuarto. Decidí salir a explorar un poco más la ciudad y apuntarme a un free tour por el centro de Oporto. Fue una experiencia muy enriquecedora, en la que descubrí curiosidades históricas y artísticas sobre lugares emblemáticos como la estación de São Bento con sus azulejos, la zona de Aliados, la famosa librería que inspiró a J.K. Rowling o la casa más estrecha del país. El recorrido terminó en un mirador con vistas al puente de Luis I y a la ribera de Gaia, todo acompañado por una guía muy alegre llamada Carmen. Después, volví a casa para cenar y, por la noche, salí tranquilamente a probar una bebida típica llamada «tango», una mezcla de cerveza con granadina que me recomendó Carmen, la guía. Para acabar el día caminado de vuelta a la residencia, disfrutando del cielo estrellado de Oporto.

El domingo lo reservé para descansar y dediqué unas horas más a mis proyectos personales que estoy desarrollando con calma para tenerlos bien estructurados al final del verano. Terminé el día con una limpieza a fondo de mi habitación y un rato tranquilo en el jardín de la residencia, preparándome para empezar con energía la siguiente semana.

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