El último día de nuestra movilidad en Varsovia comenzó con calma, pero también con esa mezcla de nervios y nostalgia típica del regreso. Antes de salir nos echamos una foto de recuerdo en la puerta de nuestro hostel, VaylOk.

A las 9:30 llegamos a la estación de tren y cogimos el S1, que nos llevó directamente al aeropuerto de Varosovia Lotnisko Chopina w Warszawie.Una vez allí, nos dirigimos a la zona de facturación de Lufthansa, pero aún no estaba abierta y tuvimos que esperar hasta las 11:10. Aprovechamos ese rato para descansar y organizarnos un poco. Al ser un grupo grande, la facturación llevó su tiempo, y además tuvimos un pequeño susto: no encontrábamos el DNI de Nora. La última vez que lo habíamos visto fue cuando fuimos al hospital, así que hubo unos minutos de tensión. Por suerte, todo se resolvió y pudimos seguir adelante.

Después de facturar, pasamos el control de seguridad sin problemas y fuimos a esperar nuestro vuelo, que tenía un pequeño retraso y saldría a las 13:30. El vuelo hasta Múnich fue tranquilo, y llegamos allí sobre las 15:15 para hacer escala. Por suerte, el avión aterrizó cerca de la puerta G33, desde donde salía el siguiente vuelo hacia Barcelona, así que apenas tuvimos que caminar ni esperar. Volamos con Baltic Air, en un vuelo operado por Lufthansa, y salimos puntuales.

Al llegar a Barcelona, nos llevamos una sorpresa poco agradable: tres maletas habían llegado bastante golpeadas. Tras hacer la reclamación, nos ofrecieron tres nuevas como solución, así que el problema quedó resuelto sin mayores complicaciones.

Ya con todo el grupo reunido (también los que venían del viaje a Praga), compramos algo para picar y nos dirigimos a la zona de autobuses. Allí nos esperaba José Luis Zardoya de Autobuses El Carte en las dársenas de la Terminal 1 del Aeropuerto de El Prat.

El primer tramo del viaje fue muy animado, lleno de risas, recuerdos y anécdotas. Hicimos una parada rápida en la estación de servicio Valcarce, en Lleida, para comprar agua y algo más de comida. En la segunda parte del trayecto, el cansancio se notó y el ambiente se volvió más tranquilo: muchos aprovecharon para dormir un poco. Estábamos agotados.

Finalmente, llegamos a Corella a las 00:00, donde nos esperaban nuestras familias. Las despedidas fueron cortas ya que era muy tarde. Era el final de un viaje y también casi el final de dos años de ciclo.

Este último día cerró una experiencia única, llena de aprendizajes, aventuras, compañerismo y momentos que no vamos a olvidar fácilmente. Sin duda, un viaje que se quedará con nosotros durante mucho tiempo.

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