El último día en Praga comenzó de forma tranquila, con un toque de nostalgia en el ambiente. Entre los nervios típicos del regreso, nos fuimos despertando poco a poco, preparando nuestras pertenencias y asegurándonos de no olvidar nada importante.

A las 6:45 ya teníamos el equipaje listo y nos reunimos frente al hostal, desde donde nos dirigimos al aeropuerto. Una vez allí, pasamos un rato esperando: primero en el exterior y, tras facturar las maletas, en el interior. Sobre las 9:30 cruzamos el control de seguridad, aunque hubo algún pequeño contratiempo con los líquidos y botes en el equipaje de mano. En la puerta de embarque, el grupo se dispersó un poco: algunos aprovecharon para jugar a la consola, mientras otros descansaban o hacían las últimas compras de recuerdos.

A las 10:55 despegó nuestro vuelo rumbo a Barcelona. Durante las dos horas y media de trayecto, aprovechamos para dormir, ver alguna serie o simplemente disfrutar del paisaje desde la ventanilla. Fue un vuelo tranquilo que permitió hacer balance de la experiencia vivida.

A las 13:30 aterrizamos en Barcelona. Tras recoger las maletas, nos dirigimos a la planta baja del aeropuerto, donde pasamos varias horas en la terraza del restaurante italiano Coffee, esperando la llegada del grupo que venía de Varsovia. Durante esa espera, compartimos comida, conversaciones y recuerdos del viaje, mientras algunos se daban una vuelta por los alrededores.

El grupo de Varsovia, compuesto por nuestros compañeros y compañeras del ciclo de Interactivo, aterrizó sobre las 18:00. Debido a algunos incidentes con el equipaje (maletas golpeadas o dañadas), su salida se retrasó hasta las 19:00. A esa hora, ya nos esperaba nuestro autobús de la empresa El Carte, con José Luis Zardoya al volante, en la zona de dársenas de la Terminal 1 del Aeropuerto de El Prat. Antes de iniciar el trayecto, aprovechamos para comprar algo de comida para el camino.

La primera parte del viaje en autobús transcurrió en un ambiente animado, lleno de anécdotas, risas y comentarios sobre la experiencia. Hicimos una breve parada en una estación de servicio Valcarce, en Lleida, para comprar agua y algo más de comida. La segunda parte del trayecto fue más calmada donde aprovechamos para descansar. Estábamos muertos.

Finalmente, a las 00:00 llegamos a nuestro destino. Las familias ya nos esperaban, por lo que las despedidas fueron breves pero emotivas.

Este último día marcó el cierre de una experiencia única y muy enriquecedora. Hemos vivido momentos de todo tipo: desde nervios e incertidumbre, hasta diversión, aprendizaje y compañerismo. Sin duda, un viaje que quedará en nuestra memoria durante mucho tiempo.

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