Hoy el día ha empezado con un buen madrugón: nuestra idea era coger un tren a Gdansk, pero al ver los precios desorbitados, tuvimos que cancelar la excursión. Además, el clima frío y lluvioso, junto con una previsión poco prometedora en destino, nos llevó a reorganizar el día y quedarnos en Varsovia, con la opción de visitar el Palacio Real o el casco histórico.

Tomamos el tranvía número 13 hacia el centro, aunque nos pasamos de parada y tuvimos que deshacer el camino con el siguiente tranvía. Para Nora, que se desplazaba con muletas, el recorrido extra no fue fácil, pero lo afrontó con buen ánimo y el apoyo del grupo.

Ya en el centro, fuimos a desayunar a Kawiarnia Patio, posiblemente el mejor desayuno del viaje. Nos quedamos hasta pasadas las 11:00 en un ambiente cálido, con decoración de diseño y un desayuno espectacular: rolls de canela y pistacho, cafés deliciosos especialmente el mocha que quitaba el hipo. Fue un momento para relajarse y disfrutar con calma.

Durante el paseo por el casco antiguo, tuvimos una inesperada pero divertida coincidencia: ¡nos reencontramos con nuestras compañeras del tour en Cracovia! Qué pequeño es el mundo viajero. También aprovechamos para visitar la Polish Poster Gallery, un espacio que combina arte, diseño e historia visual. Fue una experiencia artística muy interesante, perfecta para llevarnos un pedazo de la cultura local a casa entre souvenirs y libros.

Pasamos por la Archicatedral de San Juan Bautista (incluida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO), donde en mayo ofrecen conciertos de órgano diariamente, salvo los domingos. Lamentablemente, hoy no hubo música, pero el lugar sigue siendo una belleza arquitectónica, artística y artesanal.

Más tarde, nos cruzamos con lo que parecía el rodaje de un anuncio o un videoclip, y luego nos separamos en grupos. Nora, Laura y Débora se dirigieron al hospital porque la rodilla de Nora seguía sin mejorar, y era hora de que la viera un médico. Mientras tanto, el resto aprovechamos para ir paseando hasta el centro de la ciudad para hacer tiempo para la hora de comer.

Comimos en el restaurante Gościniec, muy conocido en la ciudad. Estaba lleno, así que nos dividimos en dos mesas. Algunos optaron por el żurek, una sopa tradicional servida dentro de un bollo de pan, que resultó deliciosa. Otros eligieron pierogi y otros platos típicos polacos.

Después de comer, Noel nos guió hasta una cafetería de especialidad. Así llegamos a Moocafe, donde disfrutamos de tartas caseras y cafés preparados con mimo, en un ambiente relajado y acogedor.

A las 18:35 tomamos la línea 166 hacia el centro comercial, donde llegamos a las 18:50 para hacer una compra grupal con la que preparar la cena. A las 20:30 ya estábamos de vuelta en el hostal. Cocinamos juntos y compartimos una cena en grupo: hamburguesas con queso y bolsas de patatas de picoteo.

Un día diferente… también en urgencias
El día fue especialmente complicado para Nora, que seguía con mucho dolor en la pierna. Ayer ya habíamos contactado con el seguro privado para que pudiera ser atendida en un hospital, ya que tenía la rodilla muy inflamada. Como no recibimos respuesta durante todo el día, esta mañana, después del desayuno, decidimos actuar por nuestra cuenta y llevarla directamente al hospital Centrum Medyczne CMP Chmielna.

Nora, Laura y Débora se fueron juntas, y gracias a un policía muy amable —que incluso les pidió un taxi, ya que el idioma no ayudaba— lograron llegar sin problema. A partir de ahí, comenzó una larga espera, que pasaron entre risas, memes, aburrimiento y repasando libros de diseño que Débora había comprado esa misma mañana en la galería.

Después de cinco horas, llegaron al rescate Carlota, Celia, Nekane y Adrián… ¡con comida! Un gesto que les salvó la tarde, aunque decidieron guardarla como premio para cuando salieran del hospital. Finalmente, tras seis horas y media, por fin atendieron a Nora. El médico fue muy amable y, para nuestra sorpresa, hablaba un poco de castellano, lo que probablemente ayudó a que la atención fuera más rápida (normalmente la espera puede ser de hasta 12 horas, así que, dentro de lo que cabe, tuvimos suerte).

Antes de despedirse, nos dejaron un selfie de recuerdo desde la sala de espera. Un día inesperado, con cambios de planes, pero también con compañerismo, sentido del humor y mucha solidaridad.