El viernes fue un día tranquilo a pesar del largo camino de vuelta. Nuestra única cita era con Peter en la Facultad de Artes de Tirana para recoger los documentos firmados que habíamos traído con nosotros. A las 11 am, un poco antes de lo acordado, algunos de mis compañeros docentes y yo nos reunimos en la cafetería de la facultad para desayunar e intercambiar contactos e iniciativas futuras. Después, nos encontramos con Peter, quien nos entregó nuestros documentos y aprovechó para despedirse, deseándonos un buen viaje de vuelta.

Ese día comí en el apartamento algo de comida que había comprado, por desconocimiento, en un supermercado italiano mucho más caro de lo habitual en la zona. Luego, me dediqué a recoger mis pertenencias y limpiar el apartamento para dejarlo listo para el check out.

Tras organizarme con dificultades para coordinarme con una docente y su pareja con quienes había quedado para cenar, nos encontramos en la zona musulmana de Tirana. Mi teléfono móvil y casi todo mi acceso a la tecnología se habían estropeado esa semana, lo que complicó un poco la organización. La zona de mayoría musulmana, al norte de mi apartamento, era menos turística y es mucho más económica. Había queserías de gran calidad a precios muy bajos y restaurantes con menús de comida popular a precios sorprendentes.

Cené en uno de esos restaurantes con Vanesa, jefa de estudios de un centro de Madrid, y su pareja Felipe, técnico de TV. Pusimos en orden nuestras experiencias y los buenos momentos que habíamos pasado durante la semana.

Regresé al apartamento para dormir lo justo y coger un taxi que me habían enviado mis caseros. El taxi al aeropuerto costó 10 euros menos que el de ida, aprendiendo así qué compañía usar y evitando otra llamada «Blue Taxi» que multiplica el coste real a los extranjeros. El taxista me contó que el aeropuerto no estaba preparado para la explosión de turismo que Albania había estado recibiendo recientemente.

Tras largas filas en el pequeño aeropuerto de Tirana, abordé el avión, llegué a Barcelona, pasé aduanas y entré en España el sábado. Ya en casa, con acceso a mi ordenador, pude transcribir mis últimas notas a mano para concluir este blog.

Esta viaje Erasmus + en Tirana ha sido una experiencia increíble, marcada por la cálida hospitalidad de los albaneses y la rica gastronomía. La Facultad de Artes de Tirana me impresionó profundamente, especialmente los estudiantes de diseño de moda, cuya creatividad fue inspiradora. Explorar lugares históricos y culturales como Bunk’Art y la Galería Nacional de Arte me proporcionó una visión profunda de la historia y el talento artístico de Albania. Además, las vistas panorámicas desde la Torre del Reloj y los paseos por la Plaza Skanderbeg añadieron un encanto especial.

Durante esta semana he hecho conexiones valiosas con otros docentes, estableciendo bases para futuras colaboraciones. En resumen, Tirana ha dejado una huella imborrable y ya estoy deseando volver.

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